Exhibición de Matías Factorovich

La obra interpela el dolor y la esperanza, el desasosiego y la fe en el cruce cultural entre América, África y Europa. Tensiona el sincretismo jesuítico, la tierra y sus frutos, los pueblos, los cultos y el viaje. Utiliza el porongo como símbolo. Cofres con códigos encriptados. Memoria y desvelo del tiempo.

Hay porongos colgados en tres conjuntos. Cada uno como metáfora de la cultura. Uno por américa, otro por europa y el tercero por áfrica

Los porongos, el sincretismo jesuítico y yo 

La Estancia Jesuítica Alta Gracia, hoy Museo Nacional, fue cimentada con mentes europeas y mano de obra africana. Así, los lienzos blancos expuestos representan para  el nuevo panorama que se instaló en estas tierras allá por el siglo XVII. Los trazos en negro y marrón evocan tanto los aportes de los pueblos originarios como el de los negros esclavos. 

Mi obra habla de esta convivencia, de este nuevo universo de jerarquías, de la simbiosis entre las sensibilidades y los mundos, entre América, África y Europa. 

Recurro a una memoria de otro tiempo, la que ya no me pertenece, para interpretar con las artes visuales la esperanza y el dolor. Sensaciones y sentimientos sometidos siempre a nuestras ideas o ideas ajenas. 

Más allá del conglomerado funcional colectivo me interesa asimismo percibir algo de lo individual. En ese inconsciente los personajes parecen flotar, emerger, expresando tibia o contundentemente su propio desasosiego. 

Aún no logra definirse el origen del llamado “porongo o calabaza del peregrino” (Lagenaria siceraria). Puede ser nativo de Asia, América o África. Como planta trepadora de la familia de las cucurbitáceas, cuyo fruto —comestible cuando tierno— se cultiva principalmente para ser utilizado seco como recipiente.

El porongo puede flotar hasta dos años en el mar y crecer en la otra orilla. Este dato me gusta. Durante el año pasado hice mi plantación propia en tierras de Anisacate, los sembré, regué y cuidé para luego intervenirlos también pictóricamente, con plumín y tinta china. 

Como cofres con códigos encriptados, tensiono la puesta instalativa hacia la obra en bastidores generando un sincretismo entre la tierra y sus frutos, las razas, el viaje, la semilla protegida, los cultos. 

Cuadros con fondo blanco, generando una pirámide hasta la parte superior.

La obra puede verse dentro de la Residencia de la Estancia. Un proyecto que partió de mis búsquedas iniciales, que fue tomando forma para instalares como proyecto de sitio específico tras la invitación del Museo. Una propuesta que pude entenderse además en claro diálogo con la efeméride: 20 años de la declaratoria UNESCO del conjunto Jesuítico de Córdoba. 

 

Cuándo

A partir del 19 Dic. 2020
Hasta el 19 Set. 2021

Dónde

Museo Nacional Estancia Jesuítica de Alta Gracia y Casa del Virrey Liniers

Av. Padre Viera 41 Alta Gracia, Córdoba


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